martes, 17 de enero de 2012

Donde aprendí que se podía llorar también de alegría

Podrás gritar, podrás huir, llorar, berrear, saltar, o chillar hasta quedarte afónica. Podrás darte cabezazos contra la pared, podrás arañar el suelo hasta que te sangren las manos. Podrás correr hasta estar exahusta, podrás dormir hasta que te duela la cabeza o dar vueltas hasta marearte. Podrás comer hasta engordar, beber hasta explotar. Podrás encerrarte en tu habitación hasta aburrirte, podrás dejar de comer hasta morir de hambre, o aguantar la respiración hasta ahogarte. ¿Pero sabes? Va a seguir doliendo mientras lo recuerdes.